Cuenca es el río Júcar, y sus acantilados; es las Casas Colgadas (que no Colgantes!); es su Catedral del siglo XIII; es su Ciudad Encantada; y es su historia marcada por estar justo entre Valencia y Madrid, a tiro perfecto para una excursión de día desde ambas ciudades, y perfecta para un finde relajado.
El río Júcar es inevitable no percibirlo ya que es el que causa toda la orografía del terreno, gracias al efecto de su agua y del viento sobre la roca calcárea, que causa ese tajo tan característico. Tajo sobre el cual cuelgan las Casas Colgadas que tanta fama dan a la ciudad, y que parece que se vayan a caer de un momento a otro. Su catedral del siglo XIII gobierna la plaza central de Cuenca y su PORTAL es impresionante; y la Ciudad Encantada es una clase de geología en vivo y en directo. Por supuesto, Cuenca es también comer bien, y protegiéndonos del frío con algo ligero: no dejéis de probar el morteruelo, una pasta hecha con carne de caza que te hará recuperarte de todos los males.
Por último, su ubicación, tan valiosa hoy en día, también lo fue durante la Guerra Civil, por lo que siempre fue objetivo y formó parte de la retaguardia de ambos bandos. Una visita bastante recomendable por lo espectacular de la construcción es el refugio antiaéreo que se construyó para defender a la población de los diarios ataques aéreos alemanes e italianos. Aunque he visitado bastantes refugios antiaéreos, el de Cuenca es, quizás, uno de los más espectaculares ya que fue hecho a base de mazas, barrenas y dinamita, cuyas marcas aún se pueden ver y su ubicación debajo de un monte le da algo especial…. Tan especial que, después de la guerra, y antes de hacerlo visitable, se utilizó para criar champiñones.